lunes, 3 de diciembre de 2018

El Cabecita de Oro, con la celeste en la sangre y la casa

Las palabras le salen con sentimiento puro cuando habla de Aurora. Y es que pasó “los mejores años de su vida” en el club de sus amores y eso no lo cambia por nada. Esa pasión por la Celeste la tiene plasmada en cada rincón de su casa, algo que le llena de satisfacción.

El qhochala Tito Avilés, de 68 años, es “aurorista de sangre”. Lo dice con orgullo y en reiteradas ocasiones al momento de la entrevista. Las paredes de su “humilde templo” están llenas de recuerdos suyos, de cuando era futbolista del Celeste (1967).

Pero también tiene “reliquias” de la época en la que vistió los colores del legendario Litoral de La Paz y Tránsito de Cochabamba. “Son historias que no se olvidan”, dice, al momento de mirar las fotos y cuadros de su casa.

No solamente eso. Dedicó tiempo para que su casa tenga temática aurorista. Su cocina y baño lucen los colores celeste y blanco, y las banderas del Equipo del Pueblo están por todos los rincones. Se encuentran desde llaveros, vasos y poleras de Aurora por todos lados, hasta álbumes y pósters del club. “No cabe nada más. Tendré que colocar recuerdos en el techo”, sostiene, entre risas, quien de vez en cuando visita la Boutique Celeste del complejo para buscar artículos y llevárselos a su “museo” casero.

La familia Avilés fue futbolera de sangre. El papá de Tito (Wálter) empezó con la galería de recuerdos cuando lo veía jugar, desde 1967 al 1976 aproximadamente, años en los que su brillo fue único. El Cabecita de Oro, como fue apodado, era el goleador de Aurora. Sus anotaciones de cabeza, a pesar de su estatura baja, le hicieron acreedor del sobrenombre con el que trascendió en todo el país.

Le tocó “disfrutar el fútbol” en la época de José Issa, Ricardo Fontana y, en especial, de Víctor Agustín Ugarte.

Por cosas de la vida dejó el fútbol a corta edad (28). Debía “pensar en su futuro”. Se dedicó a ser profesor de Educación Física y enseñar “lo lindo del deporte”. Eso, a partir del 76.

Tuvo la oportunidad de ver a dos de sus hijos (Ricardo y Marcio) mostrar su fútbol en el equipo de sus amores, aunque también dejaron el club para tomar una carrera profesional.

Don Tito le contó a EL LÍDER algunos de sus más anhelados recuerdos plasmados en su museo, su paso por tres clubes y su opinión sobre el balompié actual.

P. ¿Cómo comenzó su pasión por Aurora?

R. Empecé muy chico a jugar. Ya a mis 17 años, en la época del 66, estaba en las infantiles de Aurora y, de repente, me subieron a Primera. Desde entonces soy aurorista de sangre. Es el equipo al que amo y adoro. La verdad es que no pensé que iba a llegar a ser uno de los máximos goleadores del club, es algo lindo que todos los días disfruto.

P. Su carrera deportiva no solo fue en el Celeste...

R. Después de Aurora, en el 70, me fui a La Paz, pero no lo hice para jugar, sino para estudiar y ser profesor de Educación Física. Sin embargo, se enteraron de que estaba estudiando allá y me buscaron. Litoral me ofreció jugar y acepté. Un año después conseguí el título de la Asociación con ese club. Estuve tres años en el equipo paceño y luego volví a Cochabamba al club Tránsito.

P. ¿Cómo llega el apodo de Cabecita de Oro?

R. En los tres clubes que estuve marqué goles de todo tipo, pero en especial de cabeza. Siempre fui bajito de estatura, pero ganaba al saltar a los rivales y anotaba sin problemas. Entonces fue de esa manera que me apodaron así. Todos me conocían porque marqué a equipos importantes del país. Al final dejé el fútbol a mis 28 años.

P. ¿Cuál es su mejor recuerdo con la pelota?

R. Jugué contra el maestro Víctor Agustín Ugarte, quien me dijo que iba a llegar lejos. En un partido ante Mariscal Santa Cruz, equipo en el que estaba el gran Ugarte, anoté, se acercó y me dijo ‘eres único’. La verdad, me llena de orgullo que una leyenda del fútbol me haya dicho eso.

Otro pasaje es que antes nos pagaban 150 bolivianos a todos, no como ahora, que ganan en dólares. Nosotros, con ese monto, éramos felices y jugábamos a muerte.

P. ¿El museo comenzó a la par de su carrera como futbolista?

R. Mi papá Wálter inició esta linda colección, con fotos y publicaciones mías en los periódicos. Después la continué hasta el día de hoy. Ya no hay campo en mi casa para colocar más artículos de Aurora. Verás que mi hogar es celeste porque yo quiero mucho a ese nombre, no a los jugadores. Hay de todo, álbumes con fotos mías y de diferentes generaciones, llaveros, banderas, poleras, cuadros y algunas otras cosas. No sé dónde más pondré las cosas que me regalen o encuentre.

P. ¿Qué más le hizo hacer su pasión por Aurora?

R. Tengo un lindo recuerdo: es un chanchito (alcancía). Hace dos años (2016) quise hacer algo más por mi club. Entonces tuve la idea de recolectar dinero para las divisiones menores de la institución. Invité a todos mis familiares y verdaderos amigos a aportar. Reuní 5.000 bolivianos y se los entregué a los directivos de ese entonces. Fue algo lindo y que quedó marcado para mí.

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