jueves, 20 de septiembre de 2018

Cousillas, ¿lo tuyo era necesario?

. No era necesario. De cabeza, la pregunta que le da título a esta nota sale, también, sobrando.

Porque de más estuvo que el arquero titular de Aurora, Agustín Cousillas, le dirigiera un manotazo en la cara al jugador Marcos de Lima, de Wilstermann, en el último minuto del partido, cuando todo estaba ya definido y eran las 22:25.

Es más. Volvamos al punto. Quitemos el hecho de que ello se haya producido en la recta final. No importa el tiempo. No era necesario.

Porque si las cosas estaban complicadas para el Equipo del Pueblo antes del clásico, que regresó “a casa” luego de cuatro años, la expulsión del guardameta argentino en el partido de anoche le suma un problema más al presente del Celeste, que marcha en la cola del torneo Clausura, correspondiente a la Primera División del balompié boliviano.

La primera “explicación” que encontraron algunos periodistas que vieron la acción fue la de “impotencia”, aunque, claro, la nebulosa se instala sobre la interna, aquello que Cousillas sintió como cosa que atentó contra su presencia.

“Hijo de p...hijo de p...”, era el cántico, improvisado, que los hinchas de Wilster no demoraron en entonar apenas sucedió la acción.

A las 20:32 se rompieron los cuatro años en que el clásico cochabambino no pisaba el Capriles. Aunque diezmado numéricamente en comparación con la cantidad de simpatizantes aviadores que asistieron al encuentro, el selecto grupo de auroristas, que no pasaba de 600 personas, apeló a su mejor cualidad: alentar hasta que la voz y las piernas no acompañaran más.

Y lo hizo hasta donde pudo, pero no logró superar los cachetazos de la embestida devenida en los tres goles del brasileño Lucas Gaúcho, la figura endiablada de la noche. El primer momento “silenciador” se dio a las 20:51, el segundo, seis minutos después, y el tercero, para qué seguir contando...

La euforia celeste, concentrada en un pequeño sector de la curva sur, se transformó, tras los tres cachetazos, en algo casi inerte.

Ya no había allí mayor ruido. El concierto era claramente de Wilster. También la desazón alcanzó al DT del cuadro aurorista, Marcos Ferrufino, que impotente ante la embestida del archirrival apostó por guardar las manos en ambos bolsillos y echar por el suelo una pequeña botella de refresco, que luego recogió.

No fue la noche del Celeste, pero la pelota sigue girando. Y la máxima del fútbol es tomar el balón y continuar.

1 tarea de urgencia

El goleador de Aurora, Matías Vicedo, estuvo a punto de encarar como arquero, ante la expulsión de su compañero de equipo, Agustín Cousillas. No obstante, el silbatazo final no dio lugar a más.



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