Su reconocimiento fue simplemente el acto seguido y justificado de todo el trabajo que “don Jaime” le dedicó al equipo de sus amores.
La hinchada y la dirigencia actual entendieron que su recordado dirigente no podía quedar a un lado de las páginas memorables de la historia del club. Fue así como la decisión unánime del Equipo del Pueblo fue bautizar a su nuevo estadio con el nombre de aquel que transformó sus acciones en proezas: Jaime Cavero.
La emoción se hizo parte de cada resquicio del nuevo escenario. Bernardo Pavisic (quien desde el año pasado aceptó el difícil desafío de conducir a una entidad golpeada económica, moral y futbolísticamente) inauguró el estadio y despertó el agradecimiento de la familia Cavero.
“Gracias infinitas por reconocer a mi padre”, expresaba Jaime Cvero (hijo). en la cita dominical, haciendo que su voz tomara fuerza en medio de nietos y sobrinos del emblemático presidente vitalicio del Aurora.
El descubrimiento de la placa con la figura de “don Jaime” marcó otro momento sentido.
Cuando la ceremonia llegaba a la mitad, la dirigencia descubrió el reconocimiento. De pronto, el silencio se transformó en aplausos y los aplausos en palmas enérgicas que intentaban plasmar la emoción de cada uno de los hinchas, esos fieles e incondicionales que no desvirtúan su alma aurorista por resultados poco amables y sí elevan sus voces para alentar y alentar.
“Esto es parte de un proceso y ha sido producto de un esfuerzo colosal”, remarcó Pavisic, atrapando la mirada atenta de los espectadores.
La antesala del partido que disputó el plantel celeste ante Arauco Prado, por la segunda fecha del torneo No Aficionados A, no podía ser más oportuna. La tarde se iba con la victoria (3-1) sobre un rival de otras épocas y aplausos desde el corazón.
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